Carlos Arévalo
Ha habido muchos, muchísimos artistas españoles que con el pasar de los años, los cambios de modas, de ritmos y de estilos, han perdido la popularidad lograda e incluso han desaparecido de la memoria colectiva sin dejar rastro alguno. Es el caso de El Gran Kiki, un cantante y recitador humorístico que alcanzó bastante notoriedad a mediados de la década de los cuarenta del pasado siglo, principalmente en Madrid, gracias a entrañables interpretaciones de corte costumbrista como El Rastro, La Rodríguez, Tabernero o El limpia de Cascorro.

De las canciones interpretadas por El Gran Kiki, probablemente la más pintoresca fue El Rastro, un recorrido castizo y evocador por el célebre mercado dominical madrileño y sus aledaños cuya música compuso el maestro Muñoa y la letra José García Andivia, promotor artístico y representante de grandes figuras como Antonio Machín, Manolo Escobar, El Príncipe Gitano o Juanito Valderrama además, claro está, del Gran Kiki.

Dado el carácter internacional de los espectáculos españoles que se promocionaban entonces, algunos de nuestros artistas llegaron a América y quizá por ello, en 1957, El Gran Kiki participó en Buenos Aires como actor en la película Venga a bailar el rock dirigida por Carlos Stevani y con el cantante español Pedrito Rico entre sus protagonistas, un largometraje que se considera una de las producciones pioneras en divulgar el rock and roll en Argentina.
A su regreso a España, Enrique Graña, El Gran Kiki continuó participando en espectáculos arrevistados de figuras de la copla y el folclore español realizando sus simpáticas parodias hasta que, en los años setenta, el atractivo de aquellos artistas fue decayendo y su pista se desvaneció definitivamente, sin que nada ni nadie apenas recuerde su arte ni por supuesto su paradero final.
A modo de homenaje a este cantante y humorista, bajo estas líneas se puede escuchar y leer la letra del citado tema El Rastro que, entonces, hablamos de mediados de los años cuarenta, muchos lo aprendieron de memoria, repitiéndolo en tabernas, patios y calles de aquel viejo y auténtico Madrid que con tanto cariño y simpatía reflejó El Gran Kiki en varias de sus grabaciones.
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