Carlos Arévalo

El cantante cubano Antonio Machín (Sagua la Grande,1903 - Madrid,1977) fue además de uno de los intérpretes más aclamados y queridos en España durante las décadas de los 40, 50 y buena parte de los 60, todo un referente de elegancia, romanticismo y carisma para un gran porcentaje de la población de entonces. 
Hoy, su peculiar voz aterciopelada suena a nostalgia y a tiempos pasados pero a pesar de ello, sus grabaciones son ya melodías inmortales como Angelitos negros, Mira que eres linda, Toda una vida o tantos otros boleros cuyo mensaje nunca pasará de moda y que el bueno de Machín entonó como sólo saben hacer los grandes de la canción.

Rey del bolero
Machín fue un ídolo indiscutible en nuestro país y no en Cuba, su país natal, donde apenas le conocieron artísticamente. Aquí en España comenzó cantando en Barcelona en 1939 y luego se marchó a Madrid donde tras su primer éxito con la canción Noche triste, se consagró definitivamente como cantante. Está enterrado en Sevilla, una de sus ciudades favoritas y de donde era su mujer. Precisamente allí, erigieron hace unos años una estatua en su memoria. En todas partes le adoraban y él, orgulloso del cariño recibido, se sentía tan español como su padre, que era gallego. Hoy, muchos años después de su fallecimiento, sigue siendo recordado por los más veteranos y redescubierto por los más jóvenes. 

El Madrid de Machín
El primer lugar donde actuó Machín en Madrid, antes de la histórica sala Casablanca, fue en Conga un local de moda que estaba situado en el número 1 de la céntrica plaza de Tirso de Molina. Por aquel entonces, año 1942, se alojaba no muy lejos de aquella zona, en una modesta pensión de la calle Espoz y Mina. Ya en la década de los 50, abrió su propia cafetería llamada sencillamente Machín en la calle de las Infantas esquina a la del Clavel. Allí lo visitaban admiradores y amigos como el periodista Tico Medina o el actor Arturo Fernández. Su vivienda definitiva en Madrid estuvo en un amplio piso de la calle Príncipe de Vergara, 86 -en aquellos años denominada General Mola-.

Machín actuó al ritmo de sus famosas maracas, que están en paradero desconocido según su familia, en las mejores salas de fiesta madrileñas como por ejemplo la citada Casablanca (Plaza del Rey), Pasapoga (Gran Vía, 37), J' Hay (Gran Vía, 54) o Pavillon (Parque del Retiro), todas ellas tristemente  desaparecidas. A veces también se dejaba ver por la sala Tosca (C/ Claudio Coello, 145), próxima a su citado domicilio, donde tomaba una copa con amigos.

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